Día a día. A mediodía, una ONG se encargaba de repartir leche y galletas a los más pequeños del campo. Muchos de los menores no estaban suficientemente nutridos. El ejército, encargado de custodiar el campo, repartía una comida al día que consistía en un envase de pasta hervida (en la que algunas personas habían encontrado gusanos), un bollo de pan, una fruta y un zumo artificial. Día tras día, mes tras mes, la misma comida. Las personas ubicadas en Katsikas fueron realojadas en hoteles el pasado diciembre de 2016 y Katsikas, después de nueve meses, se clausuró definitivamente. Campo de personas refugiadas de Katsikas (Grecia), 06/2016 © Patricia Bobillo Rodríguez
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